En mi experiencia con jóvenes en la iglesia, algo que he visto es el poco acercamiento y aun descuido de la lectura del Antiguo Testamento. Particularmente el libro de Jueces da problemas aun a cristianos maduros. Claro, un libro que concluye con una multitud violando a una mujer y luego el cadáver de esta siendo partido en pedazos seguido de una guerra civil interna, parecería más el guión de una serie de HBO que el cierre de una historia bíblica.
Pero antes de esto, no es la típica historia de héroes ideales (ejs.: José, Daniel), sino más las historias de “anti-héroes”, gente egoístas, inseguras y violentas, que terminan haciendo la voluntad de Dios, pero no de la mejor manera. Este grupo de “anti-héores” me recuerda a la película de DC Comics, Watchmen, donde sus “héroes” tienen un carácter tan cuestionable como los “jueces” de Israel.
Todo esto puede hacer que nos parezca un libro incómodo (muchas veces preferiremos más las historias de “héroes” que de “anti-héores”). Para poder apreciar el libro de Jueces debemos mantener en nuestras mentes al menos dos cosas:
(1) Jueces es esencialmente un libro anti-jueces y pro-monarquía
El libro de Jueces busca intencionalmente mostrar al lector los problemas del sistema de los jueces (donde todavía no había mucha unidad entre las tribus de Israel y su gobierno no era centralizado). Por esta razón se nos presentan los pecados de los jueces tan insistentemente.
Luego de plantearnos este problema en la mayor parte del libro, el autor nos brinda la solución en una frase que repite varias veces (“porque no había rey en Israel, cada quien hacía lo que le daba la gana”, 17:6; 21:25). Aquí el autor interpreta los eventos que está narrando (en las narrativas, cuando el autor detiene la historia para interpretarla es súper importante): Israel iba rumbo al colapso porque no tenía un rey. Lo que el libro nos plantea es que Israel no necesitaba jueces sino un rey. El libro de Jueces es anti-jueces y pro-monarquía, y esto puede ser chocante al lector moderno.
(2) Jueces es esencialmente parte de una historia más grande, y no una historia aislada
Uno de los errores que comúnmente cometemos al leer las narrativas del Antiguo Testamento, sobre todo los libros de Génesis a 2 Reyes, es leerlos como si se trataran de libros aislados cuando en realidad forman una sola historia unificada. La porción de Jueces dentro de esta historia es la preparación para el ascenso de la monarquía, que vemos en los libros de 1-2 Samuel. Cuando leamos Jueces, recordemos que no es una historia finalizada. Es como cuando vemos el final de la película El Hobbit: La Desolación de Smaug, con el dragón Smaug dirigiéndose a Esgaroth para destruirla, una escena desalentadora. Claro, la historia no terminó aquí.
Al continuar en la historia del Antiguo Testamento vemos que, aunque la monarquía se establece y tuvieron algunos “momentos dorados” con reyes como David, Salomón, Ezequías y Josías, el reino de Israel terminó dividiéndose y finalmente colapsando. La monarquía de Israel desapareció hasta… la venida del hijo de David, nuestro Señor Jesucristo.
Jesús es el Rey al que apunta el libro de Jueces y que necesitamos que reine sobre nosotros.